Águila Roja "protege" a Sorribos

Francisco Javier Suárez Sierra, Javi el de Sorribos de Alba, es su singular presidente desde hace 34 años y su particular Águila Roja, personaje que le fascina y cuyo nombre adoptó

Fulgencio Fernández
02/04/2017
 Actualizado a 17/09/2019
El presidente de la Junta Vecinal de Sorribos de Alba sentado en el ‘solido’ tipi indio que le construyó para su hijo y le decoró el gordonés Sergio Canga.  | MAURICIO PEÑA
El presidente de la Junta Vecinal de Sorribos de Alba sentado en el ‘solido’ tipi indio que le construyó para su hijo y le decoró el gordonés Sergio Canga. | MAURICIO PEÑA
Los pedáneos (presidentes de Juntas Vecinales) con una curiosa raza de personajes en la que muchos de ellos son unos tipos entregados a sus pueblos sin recibir a cambio más que alguna crítica. «No sabes lo duro que es tomar el vino el día que se rompe la tubería y tienes que cortar el agua», explicaba siempre Agustín López, presidente durante décadas. 

De esa raza es FranciscoJavier Suárez Sierra, Javi el presidente de Sorribos. Cuando de alguien se dice «el presidente» es que no es nuevo en el cargo, que ya lleva una larga historia detrás. «Yo llevo 34 años como presidente de Sorribos, desde 1982 o 1983, cuando Adolfo Suárez y Felipe y todo aquello... ya llovió, hasta hoy».

- ¿No te cansas?
- Bueno hombre, tienes días, pero en general ha sido llevadero porque creo que la gente está contenta, se han hecho cosas, el pueblo pese a lo pequeño que es tiene todos los servicios bien cubiertos y cuando lo del Plan E hicimos un polideportivo que está muy bien para los habitantes que somos.
- ¿Cuántos sois?
- Ahora unos 60, fuimos muchos más, pero ya sabes, la minería, la misma Térmica, que tiene muchos menos trabajadores...

Llevo 34 años de presidente del pueblo, creo que no se pueden quejar de los sevicios que hay  Cuando dice «la misma Térmica» se refiere a que precisamente en esa empresa trabajó él 32 años y de la que se prejubiló hace cuatro años, lo que le permite volcarse aún más con su pueblo y «con su afición de albañil y similares».

- Él no para en todo el día, siempre anda ‘cafuñando algo’; explica Nino, un vecino de Valverde de Curueño pero que «casé en Sorribos y allí voy cuando se puede... y me dejan».

La albañilería y similares —al margen de faenas habituales, el día que fuimos a verlo estaba haciendo la pared de una finca—le ha llevado a poner en pie tres construcciones que son el comentario de los vecinos de Sorribos y pueblos cercanos: Un tipi indio, aunque sólidamente mejorado; y dos merenderos en medio del monte, que usa él pero también «están a disposición de quien hace rutas por aquí, ya lo pone el cartel, haz lo que te parezca pero respeta el lugar».

Esta preocupación por el vecindario o los visitantes y las más de tres décadas que lleva como presidente, ‘protegiendo’ a Sorribos de Alba, propiciaron algo tan habitual por estos pagos: un apodo. En el caso de Javi fue el de Águila Roja, tomado de la popular serie de televisión y que, a decir verdad, no le disgusta en absoluto al ‘pedáneo’ de Sorribos. Tanto es así que no solo no lo combate, sino que lo ha asumido, así firma sus obras de albañilería y en ocasiones hasta luce una camisa con el símbolo del popular personaje. «¿Porqué me iba a molestar. Es un buen tipo, defiende a los suyos, y le gusta andar por los altos, por los tejados, por los montes... como a mí», explica Suárez Sierra, un tipo que siempre te gana en la cercanía.

Un tipi en La Peralina

Esa afición a la albañilería le ha llevado a levantar el tipi y los merenderos; el primero en su finca La Peralina y los segundos en otra tierra de su posesión, a la sombra de unas espectaculares encinas, en el Montecillo.

- El tipi fue un capricho para mi hijo, veníamos a la finca y me dijo lo de la casa de los indios. Y le prometí que le iba a hacer uno en condiciones.

El tipi indio era un capricho para mi hijo, pero se lo quise hacer sólido, contundente, para siempre Y así nació, con el aspecto exterior de un tipi, una construcción sólida como pocas: «La primera capa por abajo es madera, tablas de chopo envejecidas con fuego, después mallazo y finalmente hormigón pintado de blanco para que lo decorara el conocido grafitero gordonés Sergio Canga, con motivos indios fundamentalmente,y también añadió un tótem de madera que, con una fuente, completa una estampa que se detienen a ver muchos de los que transitan por la cercana carretera y lo divisan.

Merenderos en el Montecillo

Muchos más esfuerzos tuvo que hacer para levantar los merenderos del Montecillo, sobre todo el superior, para subir el material. Pero da la impresión que paga todos sus esfuerzos cuando ves a Javi sentado allí: «Mira qué vista, se ve todo el valle, hasta La Robla. Aquí por el verano....».

Tiene el lugar, además, agua abundante pues recuperó una histórica fuente, de la que había escuchado hablar. «Era la Fuente del Calero, que todavía hay restos. La localicé y de un lado conseguí agua abundante y también hice unas bañeras para las vacas que andan por estos montes».

El lugar está lleno de misterios, una nevera subterránea, un espacio excavado en la roca y una especie de misil que no se sabe dónde apunta.
- ¿Es de Águila Roja para proteger el lugar?
- Ahora que lo dices.
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