30/04/2016
 Actualizado a 17/09/2019
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El mundo de la hostelería siempre me ha llamado mucho la atención, igual es por los genes, que llevo muy a gala, ya que mis abuelos, Sares y Honorina, tuvieron la Perla Vasca en la calle Renueva, frente a la Estación de Matallana, como tantas veces me recordaba el gran pescador Julio ‘El Relojero’, un recuerdo desde aquí, allá donde estés.

El martes, después de un largo día de trabajo (porque no sólo madrugan y trabajan duro para ganarse el pan los de morado), sacrifiqué la primera parte del partido de la ‘Champions’, por tomar una caña en familia, con el tiempo justo antes de que Dimas comenzase con su concierto de alaridos (el niño me ha salido casero) y les puedo asegurar que grita con partitura.

No estaba la cosa para perder el tiempo, así que nada de innovar, fuimos a un clásico, de los de toda la vida, de esos que en treinta tantos años no ha cambiado nada del mobiliario, mucho menos el sanitario, que aún mantiene ese color azul cielo, tan usado en los años setenta. Después de beber la caña y comer la tapa a buen ritmo, pagué la cuenta con un billete de cinco euros del que no me dieron ‘vuelta’.

Pensé en un primer momento que el camarero se había confundido pero enseguida vi en el ticket que me habían clavado ¡Cinco euracos por dos cañas!

Les cuento toda esta peripecia de mi animado martes para decirles que de nada sirve que estemos esperando que el AVE venga cada día lleno de pasajeros, o que haga buen tiempo para que la gente se anime a tomar algo por los locales de León si luego nos creemos que estamos en Manhattan, y cobramos una pasta por una cerveza, tirada en ocho segundos y en un vaso de propaganda, sobre el que probablemente cinco minutos antes ha estado una paloma poniendo su pico y su pata. Porque en muchos bares del centro las palomas consumen y no pasa nada…

Se quejan del poco turismo y que la gente ha dejado de consumir y alternar. Y ante esto, subimos los precios (cuanto más vendo, más caro lo pongo) supongo que con la idea de seguir animando al personal…

Ahora también somos la Cuna de las Despedidas de soltero, turismo defendido a capa y espada por ciertos hosteleros, pero que en mi opinión desluce y desprestigia nuestra ciudad.

Si queremos que León esté de moda y mostrarnos al mundo como una ciudad moderna que quiere avanzar, ser la ciudad referente en Semana Santa, en congresos y exposiciones, y tantas otras cosas… no podemos jugar con los precios y abusar tanto de propios como de extraños.
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