11/03/2017
 Actualizado a 17/09/2019
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Como ya les he contado en otras ocasiones, siempre que me pongo a escribir la columna de los sábados, voy realmente justo de tiempo, por eso mi ‘mail’ suele llegar a la redacción de este periódico cuando Roberto, el jefe de cierre, toca la bocina. Esta semana y siguiendo aquel consejo que tantas veces oímos en el colegio de no dejes para mañana lo quepuedas hacer hoy, sumado a que Dimas, siempre colaborando, el jueves decidió madrugar más de la cuenta (imagino que para no perderse la primera entradilla de Alsina), me puse con lacolumna… Pero el jueves por la tarde llegó la noticia del año, la despedida de Juan Vicente y la candidatura de nuestro alcalde a presidir el partido popular en la Castilla y León, así que la columna finalizada fue a la carpeta de las que algunos denominan como altamente populistas, otra vez será.

Herrera se ‘marcha’ como decimos en León, y sobre el papel quedan dos candidaturas que parece que no se han puesto de acuerdo para confeccionar una única lista. Hecho inédito, en un partido poco placeado en estos procesos.

Yo soy leonés y por lo tanto cazurro, y como ya saben nuestro deporte favorito es tirarnos piedras entre nosotros para a continuación elogiar siempre a lo de fuera. El único éxito que no nos molesta es el propio. Peronos guste más o menos el futuro de León está unido a Castilla y se da la circunstancia de queun leonés puede llevar la batuta.

Otro Antonio, el legendario Chenel Albadalejo ‘Antoñete’, el torero del mechón blanco, de los huesos de cristal, y una de mis debilidades, quizá porque nunca le importó ni la fama ni la cuenta corriente. Forjó su leyenda a través de varios ciclosy siemprecontaba que preparaba la temporada jugando al frontón, porque ese deporte, le permitía correr hacia atrás sin perder nunca la cara del toro. Cuentan los críticos taurinos, que Chenel no era un torero con grandes condiciones atléticas, pero las suplió con un conocimiento pleno del oficio y una inteligencia brillante para pisar los terrenos, y sobretodo para medir las distancias y dominar las embestidas.

Se presenta una oportunidad de oro para que León esté presente en Valladolid, para que León cuente y recupere su sitio y quizá para que un leonés ponga a su tierra en el lugar que merece. Es el momento de dejar los lamentos, y de no mirarnos tanto el ombligo, es el momento de jugar al frontón sin perder la cara de tu tierra, y sobretodo de medir y vigilar las embestidas de las ganaderías duras sin olvidar las ‘amigas’.
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