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Aberrunto picores bajeros

07/02/2016
 Actualizado a 17/09/2019
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Es la bomba esto del Carnaval, la gente le echa mucha imaginación, da gusto salir a la calle, cada cual a su película.

Fui a llevar a Mediagorra a tratarse de unos picores bajeros que le dan a él una vez al mes y tengo que hablar yo con la sanitaria, porque él no se atreve, le gusta mucho la sanidad rusa y no domina el idioma, y resulta que también ella celebra el carnaval. «Ven amoggg, te voy a contar una cosa de un crimen, que lo se todo, me lo dijo un señogg que vino el otro día, que decía que lo habían querido endrogar para que hablara pero que a mi me lo contaba por amoggg».

Y salimos de allí y aparece un pollo pera vestido de concejal, dice él, y nos cuenta que necesita un «sesador de pollos porque está poniendo una fábrica de matar pollos para darles de comer al amanecer a los que les los hayan endrogado por ahí en lugares de poco fiar (de fiarse, no de que te dejen subir el ascensor y ya pagaras otro día)». Y una señora alta como unas torres paseaba bajo palio por la ciudad, con el cáliz «de la verdad»(dixit) y cantando el famoso «¡qué alegría en cuántas que nos dijón / este es el futuro de León (nótese que acentúo dijón para que rime».

Y tuvimos que disfribilar a uno que ya no respiraba, le apretaba el disfraz tanto que los pulmones se rindieron y cuando lo liberamos ya deliraba:«Soy el Consejero de Fomento, soy el Consejero».

Un sindiós, menos mal que apareció el vicegobernador de la ínsula, Cayón, y ordenó:«Detengan a todos, yo incluido».
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