Cuando le pregunté a Mauri qué era esta foto y qué era ese mundo de banderas y máquinas que se intuye detrás del paisano y su perro fue tan escueto como les gusta ser a los fotógrafos, que son como los pistoleros del viejo Oeste, disparan y a otra cosa, sin mayor explicación: «¿Qué es? La Feria de Febrero de Valencia de Don Juan; ¿qué más? que al hacer la foto escuché que alguien decía: A mí me lo vas a decir. Si yo te contara».
Lo que no me quiso aclarar es si la frase se la decía el paisano al perro o era el perro el que increpaba al ‘paisa’». Si te fijas en la estampa más bien parece que es el perro el que habla y el dueño y sin embargo amigo le escucha con cara de incredulidad.
Bien es cierto que los dos tienen motivos para apuntársela. Bien podía ser el abuelo quien le contara aquellas otras ferias de hace casi cien años, las primeras, «en las que la maquinaria eran azadas, oziles guadañas, arados romanos, que su apellido lo dice todo, rastros, forcas, trillos... Que venías a verlos porque los necesitabas para trabajar, pero te daban sudores sólo de verlos colgados en la pared».
«A mí me vas a contar» podría explicarle el perro para recordarle que también «cuando a los míos los sacabais de casa era para correr detrás de las vacas y ovejas, para cuidar la finca, a perseguir perdices y conejos...».
«Ahora unos van en tractor y a los perros les ponen chaleco».
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