"A mí me ha discriminado la Guardia Civil por separarme y vivir con una persona de color"

El coronel de la Benemérita investigado como cabecilla de una presunta trama de tráfico de armas asegura que todo es un montaje

I. Herrera
05/06/2016
 Actualizado a 17/09/2019
El coronel de la Guardia Civil en una fotografía facilitada por él mismo.
El coronel de la Guardia Civil en una fotografía facilitada por él mismo.
Rodolfo Ignacio Sanz Sánchez, coronel de la Guardia Civil destinado en León, ha pasado más de diez meses en prisión acusado de ser uno de los cabecillas de una presunta trama de tráfico de armamento. Junto a él, otros 27 investigados –según la información que facilita el propio imputado– en una causa que se encuentra en el Juzgado de Instrucción número 2 de Alcalá de Henares (Madrid), que suma miles de folios de sumario y sobre la que pesa un inusitado secretismo.

Se sabe, porque él mismo lo cuenta a este periódico, que a Rodolfo le conocían como ‘Rudolf’; lo que él no aclara es si, como dicen, es en honor al dirigente de la Alemania nazi Rudolf Hess. Otros cuentan que le llamaban ‘El Nazi’, quizá no a la cara, pero interrogado por este asunto lo que él sostiene es que es de ideología falangista, que no nacionalsocialista, porque no es racista. De hecho, cree que ha sido mantener una relación con una persona de color lo que le ha llevado a estar donde está, en medio de lo que entiende como una campaña contra su persona.

En el 2002 me separé y me fui a vivir con una persona de color, de Guinea Ecuatorial, eso en el cuerpo fue una bombaRodolfo Sanz Sánchez fue detenido el 25 de mayo de 2015 en Madrid, aunque su residencia estaba en el acuartelamiento leonés de la Guardia Civil, donde estaba destinado en comisión de servicio. Dentro de la misma operación, y también en León, llevaban a declarar a otras tres personas: dos militares y un civil. Éstos quedaron en libertad con cargos, pero al coronel lo llevaron a prisión, concretamente al módulo de policías del centro penitenciario de Estremera –tardó tiempo en ser trasladado a una cárcel militar–. No fue el único. En el marco de esta misma trama se producían detenciones en Galicia, Cataluña y Madrid.

El número 2 de la trama


A Rodolfo le colocan como uno de los cabecillas de esta trama, el segundo en la supuesta organización, tal y como él mismo explica: «A mí me colocan como número dos; el número 1 es una persona de Madrid, un empresario de la noche madrileña amigo mío que estaba montando una empresa de servicios, yo le estaba asesorando y tal».

Sin embargo, sólo él y un subteniente del Ejército de Tierra en la reserva han pasado por los diez meses de prisión preventiva –otros dos implicados pasaron dos meses en la cárcel–, una medida que se levantó el pasado mes de abril, casi un año después de su detención, al entender la jueza instructora que ya no existe riesgo de fuga ni peligro porque se puedan destruir pruebas. Les pusieron en libertad condicional sin fianza, pero les han retirado el pasaporte y tienen que firmar cada 15 días en el Juzgado.

El procedimiento sigue en fase de instrucción a la espera del auto de transformación de diligencias previas en procedimiento abreviado, en el que habrán de concretarse qué delitos se imputan y a quién, pues de momento son 28 las personas investigadas y un amplio número de delitos los que se presuponen: organización criminal, tráfico y depósito de armas y municiones, tenencia de explosivos y riesgo provocado, descubrimiento y revelación de secretos, extorsión, falsificación de documentos y omisión del deber de perseguir delitos, entre otros.

«El subteniente me suministraba a mí el armamento y yo lo vendía en el crimen organizado, eso es lo que dicen, pero no hay ninguna venta y no hay ningún crimen organizado», asegura el coronel de la Benemérita que está convencido de que es víctima de una campaña de la Guardia Civil contra él, unas afirmaciones que explica remontándose al año 2002: «Yo llevaba una carrera muy buena en la Guardia Civil, estaba muy bien calificado, pero en el 2002 me separé y me fui a vivir con una persona de color, de Guinea Ecuatorial, eso en el cuerpo fue una bomba».

El propio Rodolfo, en su relato, deja claro que carga a sus espaldas con algún que otro incidente, aunque destaca que ha salido impune de todos ellos. «Tuve un incidente con mi pareja, con la africana, en una romería en Toledo; una discusión, una pelea y tal. Ahí ya empiezan las cosas, porque me detuvieron a las 24 horas y sin denuncia, y la ley de entonces (2004) no era la ley de ahora que, a lo mejor, por ese hecho puede haber una condena». Según las informaciones publicadas en los medios de comunicación entonces, pues el asunto trascendió a la prensa, el por aquella época comandante fue detenido por presunto maltrato a su compañera sentimental después de que un agente libre de servicio que caminaba por la carretera entre las localidades toledanas de Dos Barrios y Ocaña encontrara a una mujer inconsciente tendida en el suelo que estaba acompañada por un niño. Según recogía El País en su edición del 18 de mayo de 2004: «Se acercó a atenderla y entonces apareció un coche conducido por un hombre que pidió al agente de paisano que se fuera de allí. El guardia, que ya sabía que el conductor pertenecía también a la Guardia Civil, se negó. El presunto agresor –por Rodolfo– ordenó entonces a la mujer, ya consciente, y al pequeño que subieran al coche. El niño obedeció. El agente preguntó a la mujer, de origen latinoamericano, si quería subir al automóvil. Ella se negó, por lo que el guardia permaneció a su lado para protegerla. Posteriormente, la acompañó a un centro de salud».

Lo que cuenta Rodolfo es que fue un enfrentamiento con su mujer del que informó desde el primer momento a sus superiores a los que puso al corriente asimismo de su regreso al domicilio de ambos donde se hallaban con total normalidad cuando fue requerido (el día después del incidente) para personarse en la Comandancia de Toledo. Allí «llega el jefe de la Comandancia y me dice que viene a detenerme por orden del general Cardier, que es actualmente el director adjunto operativo de la Guardia Civil; ahí ese señor ya me marcó». Rodolfo salió absuelto del delito de maltrato por la Audiencia Provincial de Toledo, pero «a partir de ese momento ya me pusieron la cruz; desde mi separación en 2002 y, sobre todo, desde el incidente con mi mujer, he sido el malo, era una persecución continua, iban buscando lo que fuera».

Rodolfo Sanz dice que ya desde el principio todo fue irregular. Su detención el 25 de mayo del pasado año fue «ilegal», algo reconocido incluso, sostiene, «por la Audiencia Provincial en Madrid, pero en vez de soltarme y volverme a coger, lo que hicieron fue la pantomima de la vistilla del 11 de julio para darle validez».

El coronel asegura que todo el armamento que encontraron en su domicilio era legal, «en mi domicilio, en otro sitio ya...»«Han hecho un montaje de puta madre», considera Rodolfo Sanz, «a mí me ha discriminado la Guardia Civil por haberme separado y por haber vivido con una persona de color» porque «sí, habrá cosas que no son del todo tal, pero...». El coronel no quiere hablar de los hechos que motivaron su detención porque «la jueza todavía no me ha llamado a declarar», lo que sí tiene claro es que «es una cosa rarísima» y apunta directamente a la figura de «Cardier –el director general operativo (DAO) de la Guardia Civil, el teniente general Cándido Cardier–, pero yo no sé si a lo mejor hay gente más arriba», expone.

¿Por qué? «Porque ando con gente muy rara; a mí me gusta el ambiente latino y yo me voy a tomar copas en Madrid, aquí (por León), en sitios dominicanos, por vinculación familiar también con africanos, me muevo en ambientes de esos. Y que tienen antecedentes policiales, pero hay gente que tienen antecedentes policiales que me los han presentado en un bar, y yo no ando preguntando a nadie por sus antecedentes cuando me presentan. Resumiendo, el ambiente, pues no sé, alguna vez he bebido más de la cuenta, pero vamos... no he tenido ninguna otra historia». «Esto es un tribunal de honor encubierto», afirma Rodolfo.

Cuentas en Suiza y mercenarios para combatir en Siria


Tras toda esta investigación está el servicio de asuntos internos de la Guardia Civil y es muy contada la información que ha ido trascendiendo. Se sabe, y eso sí ha sido confirmado por el propio juzgado, que se han intervenido un importante número de armas y municiones. Un hecho por otra parte evidente para poder sostener la presunta existencia de una trama de tráfico de armas.

Al respecto, el coronel asegura que todo el armamento que encontraron en su domicilio era legal, «en mi domicilio, en otro sitio ya... bueno, no quiero entrar en los hechos, ya justificaré de dónde ha salido cada cosa y por qué hay una cosa y por qué hay otra, pero eso quiero hacerlo ante el juez».

El resto de comentarios que han circulado sobre esta causa a través de fuentes de la investigación, pero nunca confirmados por fuentes oficiales, los introduce en la conversación con este periódico el propio Rodolfo Sanz.

«Que si tenemos cuentas en Suiza... Resulta que uno va a Suiza a una feria de militares, de esto de coleccionismo, pregunta qué hay que hacer para abrir una cuenta allí, lo apunto en un papelito, y ese papelito aparece en el registro y ya, ¡cuentas en Suiza!», relata. «Que frecuento locutorios... hombre, si mi mujer está en Guinea, qué voy a hacer, ¿llamar desde el móvil? Iré a un locutorio. Pues no, resulta que los locutorios son lugares habitualmente utilizados para los contactos entre organizaciones criminales».

También es el propio coronel el que hace mención a lo que se ha publicado en ciertos medios acerca de que esta red vendía armas a grupos de extrema derecha y que estaban trabajando en reclutar mercenarios en España para trasladarlos a Siria para luchar. «Cada uno busca en internet lo que quiere» fueron sus últimas palabras antes de marcharse.

Hermetismo absoluto


A pesar del elevado número de personas implicadas, con sus abogados y procuradores de por medio, el hermetismo en torno a esta causa es inusual y casi inexplicable. Nadie da cuenta de nada. La investigación parece impenetrable, el juzgado no facilita resolución alguna –el secreto de sumario se levantó a los pocos meses de que se iniciara la instrucción–, los acusados se limitan a decir que «ya se sabrá todo», los letrados recomiendan precaución... Cuando una puerta parece abrirse mínimamente, antes de poner un pie en el umbral ya la han vuelto a cerrar de un portazo.

El asunto está envuelto en una especie de miedo que va más allá de los propios investigados. Todo son anónimos, llamadas desde números ocultos y conversaciones ‘off de record’ con con los teléfonos apagados «que están todos pinchados».
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