A esas madres imperfectas

"Que algo tan complejo como la vivencia o el ejercicio de la maternidad, algo tan personal, sea juzgado con esa ligereza y esa hipocresía, me resulta bochornoso"

Sofía Morán de Paz
26/02/2017
 Actualizado a 17/09/2019
Imagen de archivo. | ABC.ES
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Hace unas semanas la conocida periodista Samanta Villar (21 días, Conexión Samanta) agitaba las redes sociales con unas incendiarias declaraciones sobre su reciente maternidad. Durante la presentación de su libro ‘Madre hay más que una’, donde ha plasmado su experiencia tras ser madre de mellizos gracias a una ovodonación, Samanta explicó que sentía que había llegado «engañada» a la maternidad, con una idea errónea e idealizada de lo que supone ser madre. Por eso decidió escribir su vivencia sin ocultar «la dureza, las dificultades extremas, los inconvenientes insoportables y el sacrificio estratosférico».

Confesó además que «tener hijos es perder calidad de vida» y que «yo no soy más feliz ahora de lo que lo era antes», defendiendo la importancia de abandonar ya «esa idea de que la maternidad es el único escalón en la pirámide de felicidad de una mujer».

Con estas rotundas afirmaciones y algunas más, Samanta se colocó en el ojo del huracán. Twitter ardía con miles de usuarios opinando con fervor. Mujeres pidiendo a gritos un baño de realidad frente a las integrantes del ‘Tribunal Inquisidor de las Madres Perfectas’ que, antorcha en mano, se mostraban escandalizadas por semejantes declaraciones. Y aunque he leído opiniones de todo tipo y condición (también de hombres, claro está), las críticas más encendidas siempre han sido las de ‘ellas’. Es nuestro eterno problema con las congéneres. Somos nuestro mayor enemigo, el juez más implacable, la crítica más ácida, más dañina.

Que algo tan complejo como la vivencia o el ejercicio de la maternidad, algo tan personal, sea juzgado con esa ligereza y esa hipocresía, me resulta bochornosoLa también ‘periolista’ y escritora Elvira Lindo en su columna ‘Don de Gentes’ hacía un desafortunado alegato sobre la falta de pudor que invade a estas madres, aquellas que deciden hablar en otros términos de su experiencia en la maternidad. Lejos de entenderlas, o mostrar algo cercano a la empatía, las acusa de falta de vocación, permitiéndose incluso el lujo de cuestionar el amor que éstas tienen por sus hijos. «Nos cuentan desde cómo han sido concebidos hasta cómo te joden la vida tan estupenda que llevabas. Por fortuna, creo que en el momento en el que ellos puedan leer ese tipo de disparates sus madres ya se habrán rehabilitado de tanta estupidez y les amarán como aman la mayoría de las madres».

Imagino lo tranquilizador y reconfortante que debe resultar leer este tipo de juicios para otras mujeres que se sienten como Samanta, madres primerizas que viven inmersas en el primer año de vida de sus hijos, que acumulan horas sin dormir, un cansancio jamás conocido, el desconcierto ante situaciones que no saben cómo resolver, la preocupación constante… Mujeres que se sienten desbordadas, que sueñan con dejar al bebé en brazos de algún familiar y salir corriendo en la otra dirección.
Que algo tan complejo como la vivencia o el ejercicio de la maternidad, algo tan personal, sea juzgado con esa ligereza y esa hipocresía, me resulta bochornoso.

Es el pan nuestro de cada día, cualquiera que disienta de la doctrina del de al lado, sea cual sea la doctrina y el de al lado, es llevado a la hoguera sin ningún miramiento.
Llegamos a la maternidad desde los lugares más diversos, y cada mujer la vive de una forma diferente. Muchas de ellas lo han plasmado en libros, relatos, artículos… Yo le quiero dar las gracias a David Rubio, director de este periódico y amigo personal de don Dimas, por darme este espacio para contarles que para mí la maternidad es sacrificio, dedicación y una renuncia constante. Noches sin dormir y días sin reposo. Miedo, incertidumbre, sentir que te faltan las fuerzas. Es todo eso y ¡más! Pero la mirada inocente y limpia de mi hijo me ha vuelto generosa, paciente, serena… Él me obliga a sonreír aunque no tenga ganas, me enseña cosas cada día, me desconcierta con ese amor que te llena por dentro, un amor que te cura.No importa si te han avisado, no importa lo que hayas oído, visto o vivido, porque no sabes lo que es ser madre hasta que lo eres.

Sofía Morán de Paz (@SofiaMP80) es licenciada en Psicología y madre en apuros
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